EL MONO Y EL YACARÉ (leyenda
Guaraní)
De Gustavo Roldàn
A la orilla del río, mientras
tomaba agua, el monito escuchó los rugidos del yaguareté.
La única salvación estaba en
cruzar el río, pero el monito no sabía nadar.
Y el río era hondo a más no
poder.
Ahí estaba, sin saber qué
hacer, cuando vio que se acercaba el yacaré.
El yacaré era todavía más
peligroso que el tigre. Tenía una boca más grande y más dientes que el tigre.
Era más peligroso que el tigre.
Y cada vez se acercaba más.
—A usted lo estaba esperando,
amigo yacaré.
—¿Para qué me esperabas? ¿No
sabés lo peligroso que es estar cerca de mí?
—Para contarle lo que dicen mis
hermanas. Tengo tres hermanas muy lindas que siempre lo nombran.
—¿Qué dicen?
—Dicen que tiene la boca
chiquita, que tiene la piel muy suave, que tiene los ojos muy dulces, y les
gusta mirarlo cuando usted está tomando sol en la otra orilla del río.
—¿Tus hermanas viven en la otra
orilla?
—Sí, y si quiere, ya mismo
vamos para allá y se las presento.
—No perdamos tiempo. Subite a
mi lomo, así tus hermanas ven cómo te llevo y vos me las presentás.
El monito pegó un salto más que
rápido, porque ya oía el rugido del yaguareté que estaba llegando al río.
El yacaré se largó al agua y
comenzó a nadar.
—Contame de nuevo qué dicen tus
hermanas.
—Que usted tiene una boca
chiquita, que tiene los dientes más parejos y blancos y que tiene una piel lisa
que debe ser muy suave.
—¿Las tres dicen eso?
—Sí, sí, las tres –dijo el
monito, suspirando aliviado porque ya lo veía al yaguareté llegando a la orilla
del río.
—¿Y las tres son muy lindas?
—Muy lindas, así dicen todos,
pero ellas sólo piensan en usted.
—Bueno, ahora me van a conocer.
Y yo voy a elegir una para que sea mi esposa. La más linda voy a elegir.
—La que usted prefiera, amigo
yacaré.
Y siguieron nadando.
Dos veces más el monito tuvo
que repetir lo que decían sus hermanas, y lo que más le gustaba al yacaré era
que decían que tenía la boca chiquita.
Y siguieron nadando hasta
llegar hasta la otra orilla.
El monito saltó a tierra y le
dijo:
—Ahora espéreme aquí, que las
voy a buscar para que vengan a conocerlo. Usted quédese tomando sol hasta que
volvamos. Y dio un salto, se trepó a un árbol y se perdió en el monte.
El yacaré se quedó tomando sol
en la orilla del río.
Y ahí está todavía, esperando.
Por eso los yacarés siempre están siempre tendidos a la orilla del río. Están
esperando que vuelva un monito trayendo a sus tres hermanas, para elegir a la
más buena moza.
Este cuento fue publicado junto
con “El gran viento”, ambas versiones de Gustavo Roldán sobre leyendas
guaraníes, con ilustraciones de Raúl Fortín en la colección Cuentos del
Pajarito Remendado, de Ediciones Colihue, en 1996.
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